A PABLO NERUDA, DESPUÉS DE TANTAS COSAS
Era el tiempo del clavel pausado,
del mar siempre subido en primavera.
Tiempo del corazón, el tiempo era
del corazón al bien enarbolado.
Fue luego el tiempo del clavel armado,
del mar ya en sangre roto y sin ribera.
Tiempo del corazón en tolvanera,
del corazón al mal desmantelado.
Cuando el calmo clavel saltó en espada,
en sangre el mar ya sin frontal ni freno
y el corazón en polvo sacudido,
tú, flor, fuiste la flor más señalada,
tú, mar, el mar más amoroso y pleno,
tú, corazón, el más enardecido.
Selecção de Tomás Salavisa